golosinas

Es posible que después de una semana de arduo trabajo, o de un examen extenuante, o hasta después de unos días con gripe, quieras darte un antojo de golosinas.
Lo mismo acudes a una heladería, a una dulcería, o te paras frente a una estelar tienda de bombones. Todo está permitido, pero debes convencerte de algo: estás matando un antojo, no lo conviertas después en un hábito. A veces, es así como comienzas a saltar la buena alimentación. Los antojos  nos llevan por caminos placenteros al paladar, recuerda entonces dejarlos solo para momentos más o menos “festivos”. ¿De acuerdo?