deseo sexual

Mientras más se decide la mujer a masturbarse, más fogosidad tendrá en el momento del coito con una pareja, según estudios publicados en el Journal of Sex & Marital Therapy.

Las mujeres que se masturban para autocomplacerse en solitario, sienten más deseos de acrecentar su deseo sexual en pareja pues quieren probar ese placer en compañía, lo que por supuesto, les favorece más la excitación al sentirse también deseadas.

Además, masturbarse mejora la confianza que tiene cada una de sus propios deseos y zonas erógenas al buscarlas y excitarlas. El repertorio sexual de las mujeres que se deciden a masturbarse es mucho más variado. Se atreven más a otras prácticas eróticas y el orgasmo lo logran con más deseos que las que se mantienen inhibidas.

Otra de las ventajas que tienen es que suelen hablar con sus parejas sobre sus gustos sexuales porque pierden las inhibiciones poco a poco y como a veces lo realizan para darse el gusto, quieren disfrutar esa misma experiencia en la relación.

En una encuesta realizada a un grupo de mujeres, la mayoría lo considera relajante, mientras que solo una pequeña minoría lo ve como una vergüenza en estos tiempos, como consecuencia de las reminiscencias que han quedado del pasado oscurantismo en la vida sexual femenina.

4 2075

La lujuria, según la tradición cristiana, era un pecado capital que debía eliminarse. Hoy sabemos que la lujuria puede ser positiva, entendiéndose por unión en la pareja.

A través del deseo sexual demostramos el sentimiento amoroso, la confianza, la compenetración en la relación. Los que no muestran mucho placer en este sentido, van al fracaso de manera rápida.

El sexo se ha convertido en el motor de una relación, y no solo ahora, sino desde  hace tiempo. Las parejas que sufrían su pérdida , aunque se mantuvieran unidas, llevaban a un estado de separación entre sus miembros. El intercambio del placer es necesario para fomentar la relación, de ahí que lleguemos a la conclusión de que lejos de ser un pecado, es una manera muy positiva de mantener la relación.

Sin embargo, los excesos son malos,  y si somos demasiado sexuales, caemos en una parte crítica de la relación, pues el que desea el sexo de manera desenfrenada, puede llegar a ser compulsivo, y utilizar al otro como instrumento.

Uno de los componentes principales en las relaciones de pareja es el deseo sexual. Para muchos es el único componente importante. También se denomina libido o motivación.

Para muchos, el deseo sexual resulta la expresión de un instinto ciego que impulsa a dos personas. Para otros, el erotismo con la ternura son los componentes que la impulsan. Este apetito se manifiesta de manera involuntaria por los aspectos de la otra persona.

El ser humano se siente atraído por las cualidades del objeto amado: la voz, los gestos, partes del cuerpo. Los gustos varían según el sexo. Para un hombre resulta deseoso el cuerpo de una mujer; y la mujer por las palabras y las caricias de su seductor.

El deseo se manifiesta por un alertamiento general del sistema nervioso, la fijación de la mirada en el cuerpo que se apetece, la búsqueda con el contacto de la piel, las fantasías y los ensueños eróticos con la persona amada. Allí predomina el erotismo sobre la ternura y la espiritualidad.