riesgos

Existen varias maneras de ser infiel, el grado de compromiso  no es igual en cada caso. Lo que sí es igual es la satisfacción que nos deja toda vez que nos involucramos en esos laberintos del goce, el miedo, la atracción, el deseo, y todo lo que trae una infidelidad mental, y si llega a ser corporal, ¡mejor aún!

Según los psicólogos que atienden problemas entre las parejas, las causas de la infidelidad tiene en muchos casos un antecedente: al fallar la felicidad en la pareja, se buscan vías de escape. La infidelidad es una de ellas.

La infidelidad cerebral es la que solo se encuentra en la mente. Ocurre en el 95% de las personas comprometidas o casadas, la imaginación se dispara cuando se ve a alguien que atrae espiritualmente o carnalmente pero solo se queda en una función muy agradable que llega al pensamiento en los momentos precisos. Las personas que buscamos para ese tipo de  infidelidad es un variopinto grupo del que escogemos lo que queramos: un artista, un vecino, un compañero de trabajo, el primo, el novio de la hermana, en fin, dejar vagar la imaginación por una relación cerebral, da una satisfacción plena, y está comprobado por los psicólogos. Es la más sana de las infidelidades, la más oculta y a la que le damos más morbo porque imaginamos  todo lo que queremos, sin ningún tipo de trabas físicas ni emocionales.

Infidelidades fuegodevida
Infidelidades fuegodevida

Existe otro tipo de infieles,  lo son pero solo emocionalmente con la persona escogida. En ésta sí hay una persona de carne y hueso que es cómplice de la trama pero solo se llega a simples roces, miradas, palabras, el miedo a ser descubiertos o la imposibilidad de llegar a más es el factor que la mueve. Sucede mucho entre alumnos y profesores, jefes y subalternos, parejas de familiares, vecinos, y amigos de un mismo grupo afin. Deja mucho morbo, la testosterona se dispara cada vez que se ven, que se cruzan las miradas y se recuerda para toda la vida.

Una relación ocasional es perfecta para consumar la infidelidad y “no dejar rabo”, se piensa, se disfruta a tope, se recuerda y mola mucho más de lo que imaginamos. Es la infidelidad ideal  para disfrutar todo sin riesgo. En las páginas de contacto es el factor que dispara las relaciones entre estas parejas.

La infidelidad duradera es otra cosa. En ella los sentimientos alargan el ciclo de aventura y se convierte en una relación más. Cuando se llega a este paso, o hay amor de por medio o demasiado deseo, es imposible romper porque se necesitan. Es el tipo de infidelidad que peligra en muchas cosas y trae consecuencias impredecibles.

Ya llegó a Europa, procedente de las Américas, una práctica sexual muy usada por los chicos muy jóvenes, es un juego que se denomina “ruleta sexual” aunque también se le conoce como “el Muelle”, por sus características fuera de serie.

Ruleta sexual
Ruleta sexual

¿En qué consiste el juego? Tiene varias variantes y depende de los que decidan jugar.

  • Un chico con varias chicas.
  • Una chica con varios chicos.
  • Dos grupos de chicos de ambos sexos.

Un requisito del juego es jugar desnudos y sin usar preservativos, de ahí el riesgo y el nombre de ruleta rusa conque se ha venido denominando como más aceptado.

Los chicos se acuestan de lado en el piso, mientras las chicas se van sentando encima de ellos buscando la manera de ser penetradas, por turnos. Por supuesto, la excitación es máxima, y tiene perdedores. En el caso de los varones, es el que logra eyacular antes que los otros, porque el juego se vuelve más intenso cuando más tiempo están sin llegar al orgasmo.

En América se ha volcado un dispositivo informático para hablar de sus riesgos porque ya son muchas las chicas que han quedado embarazadas con este juego. Además, los riesgos de contagio por enfermedades de trasmisión sexual también son muy posibles, aumentando así la posibilidad de llegar a consecuencias aún más graves.

Otro riesgo es el que emplean los jóvenes para resistir más en el juego. Acuden al uso de viagras y otras sustancias estimulantes para evitar el orgasmo y mantener por más tiempo el deseo sexual y con ello, el goce y la participación en el juego.

En Europa, sobre todo en España, los jóvenes no hablan sobre sus riesgos porque van de buena gana al juego y si sufren alguna consecuencia de las señaladas, al ir convencidos de su riesgos, no acusan a una persona como la causa del embarazo o el contagio sexual, han sido ellos los únicos responsables de estas consecuencias muy desagradables.