bisexual

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La consigna de las parejas liberales es muy clara, “vive y deja vivir”. En las islas Baleares se da un fenómeno cultural cada verano que nada tiene que ver con los excesos de algunos jóvenes que se dan cita para diversión con todo tipo de excesos, me refiero a las parejas liberales que practican el swingers.

Son parejas que odian las normas y no se sienten aburridos ni desean buscar otra manera de sexo porque ya no hay nada en ellos, todo lo contrario. Son parejas que se aman y saben disfrutar juntos la vida en común lo que no les impide que sean liberales en su modo de pensar y de vida.

Algunas de estas parejas ya se conocen de años anteriores y se den cita en las Islas Baleares, donde lo mismo en Mallorca, en Ibiza o en Mahón, encuentran la efervescencia de la diversión.

Es preciso destacar que estas personas no son depravadas ni nada similar, sus intercambios de pareja para el sexo no lo hacen público. A veces, alquilan residencias entre varios de ellos o apartamentos que son los que les sirven para sus pasiones amorosas.

En estos intercambios están los tópicos que ellos buscan, lo mismo practican la bisexualidad que la heterosexualidad, según deseen, a veces es la atracción hacia el mismo sexo lo que les hace buscar estas parejas que comparten como ellos las mismas atracciones sexuales.

El buen rollo se establece en estas relaciones de tal manera, que en diversos momentos de las vacaciones, dedican su tiempo practicar senderismo, natación, surf, submarinismo, paseos en bicicletas, en fin, se vislumbra un mundo armónico y de empatía entre todos.

A estas parejas les caracteriza que no se separan y permanecen juntos, solo en ocasiones, mediante las relaciones sexuales de intercambio, es que deciden a veces cierta privacidad. Por supuesto, los integrantes de estos grupos  swingers, se llevan entre todos muy bien.

Los griegos antiguos fueron, sin dudas, muy liberales en el sexo, nada que ver con lo que se vivió siglos después. Entre sus bisexuales más famosos estaban gobernantes, sabios, capitanes del ejército y todo tipo de hombres porque, para ellos, la homosexualidad era común.

Por ejemplo, Pisistrato, un célebre tirano de Atenas, tuvo de amante nada menos que al gran Solón, uno de los 7 sabios más reconocidos de esa cultura; dos de los gobernantes en otro momento de su historia, Arístides y Temistocles, se disputaron el amor de Stesileo; Platón no fue nada santo, se le conocieron varios amantes, entre ellos a Fedro y a Dionisio; y otro griego del que se habla mucho su homosexualidad fue Sócrates, sin embargo, investigaciones confirman que no lo fue en realidad.

Si Sócrates no lo fue en realidad, es que, sencillamente no quiso, porque no era mal vista la homosexualidad y hasta se estimulaba de  muchas formas: existían burdeles de hombres jóvenes haciendo competencia con las mujeres que se dedicaban a vender su cuerpo y en la educación, era común el pederasta, o sea, un hombre que adoptaba a un joven de  15 a 18 años y le enseñaba algunas artes o técnicas, a la vez que lo iniciaba como amante. Por supuesto, eran amantes especialistas en las artes del amor. La iniciación sexual de un joven tenía que ser estimulada por un maestro.

Pero es bueno no confundir. Los griegos eran tan amantes del placer ilimitado, que por eso tenían relaciones con mujeres y hombres sin que la sociedad se interpusiera, todo quedaba a gusto de quien elegía su inclinación.

Una vez conocido ampliamente sobre este tema,  valoremos a esta cultura, en sus aciertos y desaciertos.  El pederasta sí debe ser condenado, no así la bisexualidad, porque aprovechar de ella sus logros nos convertirá en más activos a la hora de ir a la cama. Como pueden apreciar, ser bisexual no es ser moderno, es ser, sencillamente, libre de elegir lo que se quiera en relaciones sexuales.