LA NECESIDAD DE CARICIAS

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Cada día al levantarnos, sentimos la necesidad de caricias, y aún más las necesitamos los que preferimos vivir solos en nuestros pisos de solteros.

Como en el amanecer no hay a nuestro lado una mano que nos roce, ni vemos en la cocina a nadie buscando qué desayunar entre platos y tazas, salimos a la calle buscando la caricia del viento, la mirada de alguien que nos sonría, o esperamos llegar al trabajo para sentirnos entre otros compañeros que quizás también necesiten sentirse entre la multitud.

Y es que las caricias no solo llegan por el tacto de otro cuerpo, también las sentimos cuando nos miran en la estación del metro y hasta cuando escuchamos en nuestro oído la llamada de un conocido a través celular. Vaya, que temblamos de pies a cabeza, y hasta sentimos deseos de hacer el amor.

La vida es mucho más que altanería y fama, y esa minúscula acción de acariciar, sea la forma que sea, es uno de los actos más sublimes que nos acompañan en las noches solitarias cuando falta la mano que se pose en nuestro cuerpo desnudo.

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